“Un alma de ceniza y sangre” de Jennifer L. Armentrout, se desenvuelve en un escenario post-apocalíptico, donde las divinidades dejaron su marca destructora, dejando intactas sólo nueve ciudades, ahora bajo la supervisión de guardianes reales indulgentes en placeres terrenales. Calista, nuestra heroína, lleva una vida encubierta como cortesana del Barón de Archwood, beneficiándose de una intuición fuera de lo común, que es codiciada por los ávidos de poder. Pero la llegada de un príncipe errante y una rebelión desencadenada, trastocan su tranquila existencia.
La acción toma un giro emocionante cuando Calista, siguiendo su intuición, rescata al príncipe en apuros, aunque su instinto le advierte sobre las futuras desdichas que este traerá a su vida. Entre la seguridad y el amor, Calista se enfrenta a un dilema que podría costarle todo lo que tiene.
En paralelo, una guerra divina se cierne sobre el horizonte con el despertar de los dioses en Iliseeum y el mundo mortal. Con la Reina de Carne y Fuego ascendiendo como la Primigenia de Sangre y Hueso, el campo de batalla se ensancha, atrapando a Casteel, Poppy y sus aliados en una lucha que recién comienza. La trama se intensifica con Poppy cayendo en un profundo sueño, dejando a Cas en una espera angustiosa, aferrándose a un consejo: “Habla con ella”. Al evocar su historia juntos, Cas descubre verdades, incertidumbre y espera, mientras se enfrenta a un mundo cambiante y una realidad que podría despojarle de su amada Poppy.
Esta saga de Armentrout nos lleva a través de una odisea de amor épico, lucha contra lo inevitable y la metamorfosis de lo ordinario a lo divino, donde los recuerdos y las revelaciones desempeñan roles cruciales en el destino de los protagonistas.